El artista comprometido con la realidad

Poco a poco, iré deshojando esto del artista comprometido con la realidad. De todos modos, más que querer dar respuestas, quiero seguir buscando preguntas (ninguna son demasiado fáciles de responder). Y con ellas, reflexionar.

Cada artista tiene un compromiso con una realidad diferente
Foto de JR Korpa – Unsplash

Tanto se habla de este asunto, que podría escribir un blog entero. Pero, ¿qué es estar comprometido con la realidad? ¿Qué es la realidad? ¿Por qué el artista es centro de este debate? ¿Esa es la «función» inequívoca del arte?

Lo primero que cuestiono es «¿qué es la realidad?». Si la realidad es «lo que vemos», el artista que busque estar comprometido con ella, se vería condenado a reproducir «lo que vemos»; abocado a una especie de «costumbrismo superficial» (o paisajismo). Es decir, un simple retrato de lo que observamos.

Si poner en escena —o en lienzo o en páginas— lo que sucede frente a nuestros ojos es ser un artista comprometido con la realidad… usted ya entenderá que esto sería un poco, bastante, pobre.

Pero, claro, está aquello del «punto de vista». Por ejemplo: retratar la vida de los obreros españoles durante el franquismo desde la perspectiva de un niño, hijo de algún trabajador. Entonces, ya nos ponemos en «el lugar de». Por lo tanto, surge una interpretación de lo que suponemos que un hijo de un obrero vive en la España de Franco. Y si lo podemos hacer con un hijo, también lo podemos hacer con una madre, esposa u obrera mujer.

Lo que intento decir, es que hay puntos de vistas la cantidad que se quiera. Y si todo es «según desde el cristal con el que se mire», realidad hay más de una. O más bien, dirían los semióticos, lo que hay son interpretaciones. Incluso, una misma persona puede interpretar y reinterpretar vairas veces de diferentes maneras aquello mismo que está observando. Entonces… ¿qué es la realidad?

Foto de JR Korpa – Unsplash

La siguiente pregunta es: ¿de qué va eso de ser un artista comprometido? Según el diccionario de la RAE, compromiso es, en primer lugar, una «obligación contraída». También señala lo siguiente: «Palabra dada, embarazo, empeño»; «Promesa de matrimonio»; entre otras palabras que no son muy de mi gusto.

Si estar comprometido es estar «obligado a/con», lo primero que me viene a la mente son «ataduras». Y si hay que estar obligado con la realidad… ¿cuál realidad? Porque ya vimos que hay más de una. ¿La realidad del pensamiento dominante, la realidad del oprimida, la realidad de la infancia, la tuya, la mía? Mmm, de momento, paso.

Sin embargo, la pregunta más difícil de todas es: ¿qué es el arte? Aunque hay una más compleja todavía: ¿qué es el arte comprometido?

Una vez, cuando tomaba clases de guion, una profesora de lenguaje audiovisual respondió a la primera pregunta: «El arte es aquello que una comunidad, en un determinado contexto histórico social, determina como arte». Simple, ¿no? Si un grupo de personas señala que una mancha roja en un lienzo blanco es arte… no se diga más, ¡me llevo dos!

Ok, pero, ¿y el arte comprometido?. Bueno, no voy a decir que es aquello lo que un grupo de persona dice lo que es arte y éste está «obligado a». Uy, lo dije; –perdón, lo escribí—.

En fin, es un lío. Entre que no hay una realidad como tal —más bien, interpretaciones—; y que el compromiso es, ni más ni menos, contraer obligaciones (ataduras)… Me he puesto a pensar que con eso del «arte comprometido con la realidad» no me resulta del todo claro. Mejor, con toda la responsabilidad que conlleva, le doy al asunto una vuelta de tuerca…

Foto de JR Korpa – Unsplash

En un Seminario Internacional de Dramaturgia, Rafael Spregelburd señaló: «el artista debe dar luz a aquello que está en la sombra». Si la realidad fuera aquello que se ve, entonces nunca nos detendríamos en lo que está oculto en la sombra (simplemente, porque no se ve). Entonces, si hay algo que se ve y otras cosas que no… Otra vez, la realidad no es solo una. Y aquí sí que hay un sentido más elaborado en el momento de pensar en «la función del arte». Parecido a la del periodista de investigación: poner sobre la mesa, asuntos del que poco, o nada, se habla y que el autor/periodista considera importante sacarlos a relucir.

¿Esto significa que hay que hacer documentales u obras realistas que reflejen aquello de lo que nadie habla, pero que es importante hablarlo? Para nada. Por ejemplo, todos los días la mayoría de las viñetas de humor gráfico publicado en los periódicos nos muestran esa otra parte, que está en la sombra, del día a día.

Pero decirlo es más fácil que hacerlo. Básicamente por dos simples cuestiones: 1) los artistas, al igual que los periodistas de investigación, somos tan humanos como el resto de las personas; es decir, estamos tan metidos en nuestras cosas que descubrir aquello que no se ve, es un trabajo que requiere práctica y atención; 2) si algo está oculto, o nadie quiere ver… por algo será. Principalmente, un sector del Poder —político, económico o social— se está beneficiando con la ignorancia nuestra e impedirá que tal conocimiento salga a la luz.

Por algo, periodistas y artistas, tienen una lucha en común: la libertad de expresión. Suena ligero hoy en día, pero es una batalla constante desde hace siglos. Sin la libertad de expresión en vigencia, periodistas y artistas serían acallados —u otra cosa peor– por agentes del Poder.

Antes que un artista comprometido con la realidad, en mi propio camino, busco ser un artista comprometido con la libertad en general y con la de expresión en particular. Seamos libres de crear y/o exponer las realidades tanto ocultas como superficiales que, al criterio de cada uno, se considere oportuno. Seamos ejecutores de la libertad, tanto en los dramas como en las comedias, tanto en la ficción como en los documentales. Que haya tantas realidades como interpretaciones se haga, que haya tanta libertad como personas hay en el mundo. Incluso, libertad de evolucionar y cambiar a través del tiempo.

Foto de JR Korpa – Unsplash

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