Escribir embriagado

Borrachera creativa. La importancia de escribir embriagado al empezar un proyecto. De paso, hacemos callar a ese diablillo que se para en nuestra oreja a decirnos lo malos que somos.

Escribir embriagado
Foto de Jr Korpa en Unsplash

Conozco gente que se sienta a escribir y escupe todo lo que le viene. Les tengo una envidia muy grande. Ojalá tuviera esa soltura de llenar enseguida las hojas en blanco. Temprano tengo a ese diablillo en una oreja criticándome. En parte tiene razón. Todo primer borrador es una porquería. Pero es necesario acabar pronto una primera versión. Ese será el material con el que se trabaja luego.

En ese sentido, uno de los que escupen toda la imaginación en un solo tirón, le invade una gran angustia por no quedar satisfecho con su escritura; me lo dijo hace unos días. Claro, es que muy pocos, o nadie, logran dar por acabada una obra sin reescritura. Ya lo has oído mil veces: «escribir es reescribir».

Dos etapas diferentes

El proceso de escritura, y seguramente en el de cualquier obra artística, sucede en dos etapas principales: la creativa y la analítica.

¿Vieron que si estamos pasados de copas andamos más sueltos por la vida? Bueno, de ahí viene eso de escribir embriagado. O como dijo Tito Cossa a Mauricio Kartún: «se escribe por las noches con un vaso de whisky y se corrige por las mañanas con el primer mate» (o café). No es necesario tomar el consejo de manera literal. Además, esa imagen corresponde al cliché del artista con una copa en la mano. No está mal, si de verdad ayuda a crear y no a otras cosas…

Escribir embriagado es dar rienda suelta a la creatividad, sin importar lo que digan los demás, ni tampoco tus propios juicios de valor. Mucho menos, el diablillo de la crítica no constructiva. Se trata de la etapa puramente creativa, de escribir todo lo que surja en tu cabeza, en el tecleo de tus dedos o en los rodeos del bolígrafo. Aquí cabe otra gran frase: «soñar como un Rey».

Después vemos

La segunda etapa tiene que ver con el oficio del autor, con el ponerse a trabajar: el análisis. ¿Qué estoy contando? ¿Cuál es el conflicto principal? Correcciones. Editar. Borrar. Empezar de nuevo. Repetir.

Foto de Jr Korpa en Unsplash

Cuando les conté que envidio a los que de un solo tirón largan todo sobre el papel, es porque siempre me adelanto con la etapa de analizar. Y esto no hace más que ralentizar o bloquear la creatividad. El análisis es la sobriedad. Es el co-gobernante que le dice al Rey que todo lo que sueña no se puede. Es el co-regidor. De ahí, viene la palabra «corregir».

Poco a poco, voy logrando permitirme soñar a lo grande, embriagarme de soltura creativa. Después vemos, los sí y los no. Pero el análisis es una etapa que se tiene que esperar. Incluso, esperar a que lo embriagado repose en un cajón, a que le se pase la resaca. En otro momento, hablaremos de la sobriedad. Por ahora, brindemos, ¡chin, chin!

Lo que sí vengo aplicando hace bastante, con muy buenos resultados, es el acopio de material sin destino aparente. Lo comenté aquí, en este post. Lo que tiene que quedar claro es que no hay normas a la hora de empezar a crear. Despreocúpate si lo tuyo es caótico, mil cosas sin llegar a nada, un montón de notas amorfas… Estás en la primera etapa. Ya habrá tiempo de escuchar al diablillo de la crítica, pero pidámosle que sea constructiva.

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