Pedro Saborido, entre el éxito y el facaso

Pedro Saborido es uno de los guionistas argentinos que más admiro. Me gusta su estilo personal: desfachatado, honesto y directo. Un hermoso zafarrancho. Quiero compartir algunas cosas que aprendí de él. Entre ellas, arriesgarse a fracasar.

Las enseñanzas de Pedro Saborido
Statue of Henrik Wergeland, Stortingsgata, Oslo, Norwegen
Foto de Mark KönigUnsplash

Barbudo, canoso, anteojos redondos y gruesos, gorra con visera que da sombra a su rostro, chaqueta de jean, pantalón vaquero, panza sobresaliente, voz algo carrasposa, de hablar directo y con un tono a lo «Harry, el sucio». Definitivamente, Pedro Saborido no cumple para nada con el look cliché de una persona creativa. Tal vez esta sea su primera lección: ser uno mismo, por afuera y por adentro.

Él quiso ser director de cine y periodista. Pero la vida lo llevó a ser uno de los guionistas referentes de la radio y televisión argentinas. Su especialización: el humor político. Su mayor éxito: Peter Capusotto y sus videos; junto a su compañero Diego Capusotto. Un programa de bajo coste con 11 temporadas emitidas y una cosecha de miles de seguidores y premios.

No es el don natural, es la práctica

«Los seguidores de Peter Capusotto nos felicitan por el éxito y las ideas que se nos ocurren», relata Saborido en una de sus charlas. «Como si hubiera un dios que reparte talento al azar: vos serás Messi, vos hará buenos repulgues de empanadas», continúa y remata: «todo lo que hacemos es trabajar mucho«.

Señala que el método con Diego, el actor del programa, es reunirse a «tirar la mayor cantidad de ideas posibles», detallando que «todo es un proceso, nada viene de repente». Subraya que la práctica hace que aprendas a detectar la semilla de alguna idea; «que no se trata de un don natural, si no de ejercerlo».

Foto de David MatosUnsplash
Entrar en acción

Pedro Saborido asegura que las buenas ideas salen por estadísticas: «si escribís diez, seguro que una va a funcionar». Y cuando haya alguna que gusta, recomienda ponerla en práctica cuanto antes. De lo contrario, afirma, acabará frustrándote. Es decir, evitar el arrastre o el acumulamiento de listas sin motivos concretos.

Por otro lado, comparte su parámetro de trabajo, explicado en tres frases. La primera: «Las cosas hay que hacerlas bien o si no, no se hacen». La segunda: «Las cosas hay que hacerlas igual, aunque estén mal hechas». Y la última: «Es lo que hay».

Con estas tres frases lo que busca es identificar, en el mismo orden: el éxito, el fracaso y la frustración. «Ante esto», indica Saborido, «buscamos evitar la frustración y vamos por el fracaso o por el éxito». Rechaza «es lo que hay». Todo o nada.

A mí me ha pasado de llevar a cabo proyectos en donde caí en esa última frase, en esa que encierra la frustración. Seguramente, por falta de esfuerzo. O por falta de aspiraciones o expectativas más elevadas. Terminaba diciendo «es lo que hay». No tenía conciencia de lo que había detrás de este accionar. Incluso, lo expresaba con cierta satisfacción. Es lo que hay, a disfrutar igual. ¡Ay!

Lo que Saborido nos quiere desvelar es que evitando el fracaso, al mismo tiempo, se evita el éxito. Tan es así que «el éxito es el resultado de una sucesión de fracasos».

Por eso, insiste en «el constante proceso de ideas y echarlas a rodar enseguida para ver qué resultados da». De esta manera, ante cada fracaso, «nos iremos acostumbrando a detectar los problemas y lograr una pronta solución para la próxima». Coincide con Andrew Stanton, creativo de Pixar: «comete un error pronto y rápido», justamente para identificar cuanto antes los inconvenientes o huecos del proyecto.

La relación con el éxito y la vocación

«Siempre busqué lugares de placer para llevar a cabo lo que quería hacer», da a conocer el guionista de Peter Capusotto y explica que «si empezaba a notar que mi trabajo empezaba a crearme resentimiento, cambiaba y buscaba otro lugar para seguir avanzando». Y aconseja alejarse del concepto tradicional de éxito. «Esta sociedad solo premia al espermatozoide que llega y al resto lo trata de looser«, dice.

«Busquen sus propios parámetros de éxito», expone frente a un público joven que lo escucha atentamente en una charla TedX de Mar del Plata. Frente a esos ojos y oídos atentos, advierte: «Si la vocación no les da de comer o no les hace trascender, no le exijan tanto porque la van a terminar odiándola o estarán trabajando con las expectativas de los demás. Te piden que, con lo que estás haciendo, ganes dinero, seas exitoso y trascienda». Uf, demasiado, ¿no?

Lo ideal es «encontrar el propio espacio y no competir con lo que no se quiere» y «crear las propias leyes de éxito». Es difícil porque «nos acostumbraron a la calificación externa desde que somos niños«.

Frente a esto, Pedro Saborido sintetiza la clave de su modus operandi: «Trabajamos de una manera en donde el método y la propia producción es el aprendizaje y constantemente ponemos algo en riesgo, en un tamaño que no daña a nadie, y podemos ir perfeccionando proyecto a proyecto».

Así es, caminante no hay camino…

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.